Hoy en Cinescalas escribe: João Paulo Rodrigues da Silva
Muchas veces pasa esto: cuando empezamos a mirar una película extranjera, las únicas cosas a las que nos apegamos y que se mantienen hasta el final son la búsqueda por la emoción de los personajes y la admiración de la calidad técnica. Quizás sean esos elementos los que se tienen a mano cuando se habla de Ida, la película polaca recientemente ganadora del Oscar. En una primera visión muy sencilla, una persona que se detiene en el film solo va a poder decir “es linda, pero, no lo sé, le falta algo”. La historia se ubica en Polonia en los años 60. Una joven monja llamada Ana, que está muy cerca de asumir sus votos, es informada por el convento que tiene una tía lejana, Wanda. Ana se encuentra con ella y descubre que en realidad su propio nombre es Ida y que sus padres eran judíos. Con eso en cuenta, las dos van en búsqueda del pasado en una sociedad que aún se recupera de las cicatrices de la guerra.
Ida, del director Pawel Pawlikowski, es una de las mejores películas del año pasado. El film cuenta con la fotografía más impecable y atrapante que haya visto y que no es solo por el formato en blanco y negro sino que va más allá de eso. Es por cómo en la mayoría de sus secuencias, el director invita al espectador a sentir ese universo donde conviven las protagonistas, sumado a las brillantes las actuaciones de Agata Trzebuchowska como Ida y de Agata Kulesza como Wanda. Más allá de que muchas escenas entre ambas involucran el silencio, las miradas y las actitudes, a veces sin ninguna palabra los personajes hablan con el público y transmiten todas sus sensaciones.
Quizás aún con esos elementos mencionados tampoco sea posible tener una conexión con la película. Con el pasar de los años, la categoría de películas extranjeras en los Oscars se ha convertido en el mayor espectáculo de cine y al mismo tiempo en una ventana nítida de ausencia de comunicación entre una película de un país x con el público en general. Un buen ejemplo de esto y quizás por ser más personal para quien les escribe, es lo que sucedió el año pasado con O Som Ao Redor (el sonido alrededor), la película elegida por Brasil para ser la representante en los Oscar 2014. Se trata de una de las mejores producciones brasileras de los últimos años y, más allá que no le fue mal afuera – en Brasil creció gracias a las redes sociales y al “boca a boca” del público – al hablar de lo cotidiano de algunas personas que viven en el barrio Boa Viagem, de las costumbres locales, el sonido (y la percepción del sonido) puede que no funcione tan bien en un espectador por fuera de Brasil. Para un brasilero, en cambio, esa película opera perfecto ya que retrata de una manera artística cómo la sociedad (en este caso, la pernambucana) debido a la cuestión del confinamiento por miedo a la violencia empieza a perder rasgos de sí misma, siendo el sonido la última alternativa para sentir algo real. Pero mismo así, no es una película de alcance general y eso es un cuchillo de doble filo para el Oscar. Puede que funcione y puede que no. Ida sigue por ese mismo camino. Funciona para el Oscar porque tiene todos los elementos que encandilan a los miembros de la Academia (por su tópico, fotografía, actuaciones y mucho más) pero quizás para otras personas, por no estar cercana a su realidad, puede ser difícil de ver. Ida, para mí, y por sí sola, es de una genialidad inigualable ya que logró transcender ese muro de imposibilidad de conexión y ha creado una historia general de aceptación, una jornada de cuestionamientos.
Discutiendo Ida con una amiga polaca y contándole acerca de mi visión, ella me habló de situaciones de su país que me dejaron aún más fascinado. Hasta hoy, la sociedad tiene esa herida que la Segunda Guerra Mundial ha creado. Errores y temores asoman todavía. Quizás Anna/Ida y Wanda sean la representación de la sociedad. Una sociedad que al mismo tiempo está lejos de comprender su realidad y a la vez intenta rasgar la memoria y la propia vida. En un aspecto cinematográfico, habría que dar las gracias por un 2014 tan selectivo con proyectos tan únicos. Quizás la fascinación de la Academia por las películas extranjeras circule por dos caminos: las películas de impecable técnica y/o las películas que logran tocar temas universales que llegan a afectar tanto a aquellos que tienen un cierto rechazo al cine extranjero hasta los amantes del cine despojados de prejuicios. En mi opinión, el triunfo de Ida va por los dos carriles, al igual que las protagonistas de su historia, permitiendo que ambas posturas se den la mano en pos de mantener vivo al cine.
Por João Paulo Rodrigues da Silva
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► [TRAILER] Algunas imágenes de Ida:
IDA BY PAWEL PAWLIKOWSKI TRAILER from Portobello Film Sales on Vimeo.
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¡BUEN COMIENZO DE SEMANA PARA TODA LA MUCHACHADA! Para este lunes hablamos sobre dos tópicos: 1. Vamos a lo particular: ¿qué les pareció Ida? Los invito a dejar sus impresiones sobre el film de Pawel Pawlikowski; por otro lado, vamos a lo general: 2. ¿Son de mirar películas extranjeras, más allá de lo que pueda dar el cine norteamericano? Si es así, ¿cuáles exponentes rescatarían en este post? Como siempre, leo sus comentarios y, de paso, agradezco a João por escribir; nos reencontramos mañana con el post de Foxcatcher; ¡buen lunes para todos!
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—> La última vez escribió José Tripodero sobre… BIRDMAN
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